10. RECUERDOS (CLARA)

Me levanté sobresaltada. Sara… ¿Es qué la única forma de comunicarme con ella era por sueños? Decidí no contárselo a nadie, no fuera que me lo hubiese inventado todo y esta vez sí que me tomaran por loca.

Vi que la cama de Kate estaba vacía. Por lo que supuse que estaría desayunando. Bajé a la cafetería y les encontré sentados en una gran mesa. Zack me saludó alegremente y me invitó a sentarme entre él y Nadia. Me senté con un nudo en el estómago. Después de lo que me había contado Drelo me sentía confusa y sin el valor suficiente como para mirarle a la cara si no era completamente necesario, por lo que me puse a charlar con Nadia.

Cuando terminamos de desayunar pagamos nuestra estancia en el hotel y la comida y nos fuimos.

– Le he preguntado al recepcionista y me ha dicho que la cueva está hacia el norte y que no nos preocupásemos porque venía muy bien señalado.

Una vez quedó todo claro, empezamos a nadar atravesando Aquarond Central. El viaje lo hice en silencio, pero sin poder evitar el mirar a Zack de reojo alguna vez. ¿Por qué me ocurría esto ahora? Aún no estaba segura de lo que sentía hacia él y en caso de que Drelo estuviera en lo cierto, ¿sentiría él lo mismo? Sin saber por qué,  sentía su mirada sobre mí, o quizás solo fueran imaginaciones mías. Mientras cavilaba sobre todo esto, llegamos a la entrada de la cueva.

El templo del agua era distinto a los demás. Al estar situado en el interior de una cueva no permitía la estancia de grandes grupos, ya que se podría estropear la delicadeza de sus paredes de coral. Por eso mismo, había una gran roca controlada por un mecanismo mágico que hacía que por cada dos personas, se cerrara el acceso a la cueva, por lo que ahora nuestro problema sería decidir quién entraba, y la verdad, tenía muy malas vibraciones sobre eso.

-¿Quiénes entran?- Pregunté como si tal cosa, imaginándome  a quiénes les tocaría ir.

-Deberías entrar tú, ya que tienes la orden de coger los anillos.-Sería compenetración entre hermanas, pero el caso es que ya sabía que me tocaría a mí.

-Pues entonces que entre Zack también, hacen muy buen equipo. – Dijo Nadia intentando insinuar algo con una extraña miradita. “¡¿Te importaría cerrar la boca Nadia!?” Pensé para mis adentros.

-Está bien…- Dijo Zack a regañadientes al haber pillado de sobra el doble sentido de la frase de Nadia.

Ambos nos colocamos enfrente de la entrada y empezamos a nadar hasta el interior de la cueva mientras la “puerta” se cerraba al mismo tiempo que una lamparitas de agua caliente se encendían con una tenue luz lila.

-¡Vaya! El templo de tu elemento parece realmente especial… Es muy bonito.- Comentó Zack. Yo solo esbocé una pequeña sonrisa mientras seguía mirando al frente. A pesar de su cordialidad habitual y mis esfuerzos por simular que no me pasaba nada, no podía evitar el estar un poco distante con él. ¡Maldito Drelo! No tenía ninguna otra cosa que hacer que conseguir que me comiera la cabeza con este tema.

Finalmente llegamos al final de la cueva donde pudimos encontrar el altar y el anillo sobre él. Me pregunté cómo sería posible que todo el nácar morado se hubiera juntado en esta cueva.

Estaba embobada observando con fascinación el templo cuando de repente Zack encontró una nota sobre uno de los escalones del altar.

– Sabemos que viene a por el anillo, hemos prohibido el paso hacia la cueva a los naturianos de Aquarond para  que no tuviera problemas; aun así hemos decidido no quitar el hechizo que lo protege por precaución. Consta de un hechizo de ilusión que supongo que no tendrá ningún problema en contrarrestar. Gracias y que la Diosa la guíe.- Leyó Zack en alto. No sabía qué tipo de ilusión sería, pero aun así, ¿por qué estaba todo el mundo convencido de que podía hacer de todo en cualquier momento?- ¡En fin! Supongo que ahora nos tocará a nosotros desactivar ese hechizo, ¡Vamos allá!- Dijo dirigiéndose hacia el altar.

-¡Espera! Ni siquiera estoy segura de si voy a conseguir contrarrestarlo o no. Podríamos quedarnos atrapados en la ilusión para siempre. Nos quedaríamos en una especie de coma del que no conseguiríamos despertarnos hasta que encontrara la forma de deshacer la ilusión, y el hechizo de la burbuja de aire tiene un tiempo limitado, ¡podríamos morir ahogados! Y…-Zack me tapó la boca con su mano.

-No me preocupa nada de eso, tengo plena confianza en ti. Te he visto realizar y controlar multitud de hechizos de todo tipo y sé que este no va a ser una excepción, creo en ti.- Y diciendo esto me tendió la mano. Sus palabras me habían dado ánimos, así que le cogí la mano y juntos, levantamos la urna de cristal que retenía el preciado anillo. Justo cuando hacíamos esto, una luz blanca nos cegó por completo.

Cuando abrí los ojos de nuevo,  nos encontrábamos en un desierto enorme; miré a Zack, quien estaba completamente alucinado. Sin duda se preguntaba cómo habíamos podido pasar de la cueva a un desierto en cuestión de segundos, pero se levantó rápidamente y me ayudó a ponerme de pie.

-¿Dónde estamos?- Pregunté.

-¡Y me lo preguntas tú…!- Dio como única respuesta. Empezamos a escrutar la distancia. Yo no reconocía nada, pero Zack, por el contrario, sí que pareció ver algo conocido.- Eso… eso parece…- Zack salió corriendo hacia un punto fijo, corrí tras él. No sabía por qué pero había algo que le impulsaba a continuar corriendo hacia ese lugar que tan solo parecía conocer él. Me pregunté qué sería lo que habría visto, y las respuestas llegaron pronto.

Estábamos frente a un gran edificio que se divisaba a lo lejos. Tenía unas dimensiones exageradamente grandes, lo que me hacía imaginarme lo pequeña que me sentiría si estuviera a sus puertas.

-¿Conoces ese edificio?- Le pregunté. Sus ojos presentaban ahora un brillo furioso y su respuesta dejó entrever un deje de odio.

-Es Echelion. El comienzo de todos mis problemas.- Me miró, y al darse cuenta de que le miraba algo estremecida por su reacción, relajó un poco su postura y tono de voz.

– Vamos, tenemos que llegar hasta allí.- Me cogió de la mano y me arrastró  detrás de él. Estuvimos corriendo durante un buen rato, hasta que Zack se paró de repente y se agachó tras una gran roca; me hizo un signo para que me acercara cuidadosamente. Me agaché junto a él y  observé con atención lo que él estaba mirando; y lo que vi me dejó de piedra. Ante nuestros ojos teníamos a un escuadrón de soldados y liderándolos, estaba Zack. Me giré y me quedé observándole sin comprender que era lo que sucedía. Solo había dos opciones para lo que estaba viendo:

-Aquí solo pueden estar pasando dos cosas: la primera es que todo lo que estamos viendo no sea más que uno de los componentes de la ilusión, o que por el contrario, sea algo que te pasó tiempo atrás.- Me quedé mirándole esperando una respuesta. Él no se giró, pero comenzó su explicación sin perder detalle de lo que pasaba frente a nosotros:

– Estamos en Juhnon. Ese gran edificio que hemos visto antes era donde yo trabajaba como jefe del departamento del ejército de Echelion, una gran empresa dedicada por completo a la investigación. Y, si no me equivoco y muy a mi pesar, vas a ver con tus propios ojos por lo que tuve que pasar antes de llegar a Naturia.- Zack no había quitado los ojos de la escena que tenía delante, era como si quisiera impedir con la mirada algo que iba a pasar. Me limité a contemplar lo que ocurría en silencio.

El teléfono del otro Zack empezó a sonar. Lo cogió a las tres llamadas.

-Aquí Zack Shenner… sí… entendido.- Zack volvió a colgar el teléfono.- ¡Atención soldados! Volvemos a la central de Echelion. La misión ha finalizado.- Entre los soldados se organizó un gran revuelo de gritos de alegría y suspiros de alivio. Desde mi posición, no pude evitar preguntarme el porqué de esa alegría, así que se lo pregunté a Zack.

-Cuando recibí esa llamada llevábamos ya cerca de un año con la misma misión, y aunque había sido en su mayor parte por los alrededores, no teníamos permitido el acceso a la ciudad hasta que  ésta hubiera finalizado.- Me explicó.

De repente, el paisaje comenzó a cambiar. Todo empezó a dar vueltas a nuestro alrededor en una especie de vacío y al instante, aparecimos frente a una guardería infantil.

-¿Y esto?- Preguntó Zack perplejo. Yo reconocía aquella guardería, su fachada de un tenue tono turquesa no era fácil de olvidar.

-Es la guardería a la que fui cuando era pequeña, lo que no sé es qué hacemos aquí…- Ambos nos acercamos a una de las rejas que daba al patio de recreo. Allí había desde niños de al menos diez meses hasta otros que tendrían unos dos o tres años.  Nos quedamos mirando como juagaban tranquilamente.

-¿Y esa niña? – Soltó de repente Zack. Miré hacia la niña a la que se refería. Era una niña de aproximadamente un año, que estaba hecha una “bola” en un rincón del tobogán. Suspiré.

-Esa niña… soy yo.- Zack se me quedó mirando con la extrañeza pintada en el rostro. Volvió a mirar a la niña con detenimiento. Esta vez pareció ver algún rasgo de esa niña que se lo confirmó.

– ¿Por qué estás apartada de todos?, ¿por qué no juegas con los otros niños? – Medité mi respuesta antes de contestarle; parecía que había llegado mi turno de dar explicaciones.

-Llevo viendo a los muertos casi desde que nací. Al principio, cuando te ven hablar aparentemente sola, se creen que es una conducta normal de una mente infantil con exceso de imaginación. Pero cuando te preguntan sobre ello y les respondes que estás hablando con personas que ellos conocen, pero que murieron hace algún tiempo… la cosa cambia y te empiezan a mirar con otros ojos.- Zack me dirigió una mirada de comprensión.  No dijimos nada más, ambos nos quedamos mirando a aquella niña que miraba como el resto de niños jugaban, mientras a ella la obligaban a alejarse de ellos.  Un nuevo vacío lo inundó todo y aparecimos en el interior de un edificio en el que se podía leer la palabra Echelion en varios lugares. Volvimos a encontrarnos con el Zack de hace unos años. Se dirigía hacia un ascensor.

-¿A dónde te dirigías?- Le pregunté. Esperaba que me respondiera con un “¡cómo quieres que me acuerde!”, sin embargo se dirigió hacia unas escaleras y empezó a bajarlas a toda velocidad. Le seguí mientras observaba por dentro el gran edificio que había podido ver antes desde fuera. Era enorme y estaba lleno de pasillos en los cuales te perderías si no conocieras bien el edificio, por lo que me limité a seguir a Zack. Por fin nos detuvimos delante de una gran puerta la cual el otro Zack, estaba abriendo. Pasamos con él. Pregunté  por el lugar dónde nos encontrábamos y me respondió que estábamos en el despacho del presidente de Echelion y que escuchara la conversación atentamente. Un hombre alto y esbelto con cabellos negros y tez dura, apareció en el despacho. Al verle, el otro Zack se erigió repentinamente.

-Zack Shenner, jefe del departamento militar. Tengo que hablar contigo sobre un tema muy serio.- El otro Zack endureció la mirada y cerró los puños con fuerza, a mi lado, Zack hizo lo mismo.

-¿y cuál es ese tema que quiere tratar conmigo, Presidente Aduin?- Preguntó, aunque en su tono de voz se podía apreciar que ya sabía que tema en concreto quería abordar el presidente de aquella empresa.

-Llevas mucho tiempo trabajando para nosotros, y a pesar de ser tan joven has conseguido demostrarnos a todos tu valía como guerrero, e incluso has llegado a convertirte en el jefe de uno de los departamentos más importantes de  Echelion. El departamento militar ha estado siempre un poco descuidado, pero desde que tú estás al mando, el éxito de sus misiones se ha incrementado mucho, y la calidad de los soldados a aumentado…- Por cada palabra veía que ambos Zacks apretaban aún más los puños y miraban a ese hombre con desprecio. Le puse una mano en el hombro a Zack para que se calmara y supiera que le apoyaba.

-¿Le importa ir al grano?- Le cortó el otro Zack. Aduin se aproximó a él y clavó sus ojos verdes en los de Zack con una frialdad incalculable.

-Sabemos que has descubierto la verdad sobre Echelion.- Zack  hizo una mueca.

-No me gusta trabajar para una empresa dirigida por una secta que venera al Cuarto Dios. No soy muy creyente, pero mi sentido común me dice que no es una buena idea.- Aduin se alejó un poco de él.

-En ese caso no me dejas más que plantearte dos soluciones posibles a tu situación: O te unes  a la organización, o no tendremos más remedio que silenciarte.-Dijo seriamente. No me podía creer lo que estaba oyendo, ¿verdaderamente le estaban dando a elegir entre unirse a una secta maldita o convertirse en un fugitivo hasta que le dieran muerte? Zack esbozó una sonrisa burlona.

-Debería conocerme mejor, jefe. Soy muy dado a proteger mis ideales.- Dijo desenvainando su espada. Apreté el hombro de Zack inconscientemente, lo que hizo que éste se girara y me mirara con esos ojos azules que me encandilaban pero que ahora presentaban un gran sufrimiento. Dio media vuelta y se fue del despacho andando tranquilamente. Yo le seguí dejando a mi espalda al otro Zack con la espada desenvainada enfrentándose a los guardaespaldas de su jefe.

El paisaje volvió a cambiar, un nuevo vacío nos envolvió para aparecer después en mi colegio de primaria. Entramos dentro del edificio y guie a Zack hasta mi clase. Allí la profesora estaba enseñándonos la teoría que debíamos saber para poder realizar el hechizo de teletransportación.

Debía tener unos siete u ocho años en aquel entonces, pero aun así ninguno de mis compañeros de clase, ni del resto del colegio, me trataba bien. La verdad es que me conformaba con bastante poco, me bastaba con que pasaran de mí, pero al parecer eso era mucho pedir y los insultos y las burlas se iban agravando a medida que crecía.

De repente se formó un pequeño alboroto en la clase y varios  niños comenzaron a insultarme.

-¿Por qué no te defendías? Tienes el poder necesario para hacerlo.

-No soy del tipo de personas a las que le gusta llamar la atención, y aun así el utilizar la magia para herir a los demás se castigaba incluso peor que un robo en el colegio. En ese entonces no quería más problemas y dejaba que me insultasen teniendo la esperanza de que se cansaran y me dejaran en paz.- Zack negó con la cabeza.

-¿Y por qué no recurriste a  algún profesor?-Me  preguntó algo perplejo.

-¿Crees que ellos me tenían en más estima que el resto de mis compañeros de clase?  En un problema de ese tipo siempre saldría ganando el que estuviera en mi contra, tuviera razón o no. Ten en cuenta que todos creían que estaba loca, y por eso cualquier cosa que dijera o hiciera estaba relacionada con esa locura. Ni siquiera me hacían caso mientras estaba en la clase, tenía que estudiar por mi cuenta con ayuda de mis padres y de mi… bueno, da igual, el caso es que luego cuando corregían mi examen y veían que sacaba una nota bastante alta, o no se lo creían y lo dejaban pasar, o me obligaban a repetir el examen porque se pensaban que había copiado; y así hasta la universidad.- A los pocos minutos de decir esto, todo empezó a sucederse a cámara rápida a nuestro alrededor. Mientras esto sucedía, nosotros nos marchamos hacia la puerta de salida del colegio. Justo cuando llegamos el tiempo volvió a pasar normalmente. Esperamos en silencio a que mi yo pasado saliera. No pude evitar que cientos de recuerdos pasaran por mi mente en ese tiempo. ¡Cuántos recreos apartada en una esquina, intentando que se me viera lo menos posible! ¡Cuántas veces había deseado desaparecer de ese lugar en el que nadie parecía apreciarme! ¡Cuánto tiempo deseando ser una persona completamente normal! Me hubiese dado igual no poder controlar todos los elementos si con ello hubiese conseguido ser una persona normal, como ellos…

Fue entonces cuando Zack y yo vimos como mi yo pasado salía por la puerta y comenzaba a buscar a alguien con la mirada. No podía ser… no podía creerme que todo esto fuera antes de que él…

-Clara, ¿quién es ese de ahí con el que te estás yendo tan contenta?- Miré hacia dónde él me indicaba. Un chico de unos diecisiete años, pelo corto y negro y unos alegres ojos verdes me estaba esperando a la salida del colegio con una gran sonrisa. Me quedé muda por completo sin saber cómo reaccionar.- ¿Clara? ¿Estás bien?- Me preguntó Zack algo preocupado agarrándome los hombros con delicadeza.

-Ese de ahí… es… mi hermano…- Dije con un hilo de voz. Zack se quedó de piedra.

-¿Cómo que tu hermano? ¿Qué quieres decir? yo cría que tu única hermana era Kristal…

-No, también tuve un hermano mayor; se llamaba Aarón.- Zack siguió mirándome desconcertado, y el paisaje volvió a cambiar. Zack me dijo en un susurro que luego se lo tendría que explicar y comenzó a caminar por un sendero de montaña en el que habíamos aparecido ahora. Su yo pasado ahora estaba cubierto de heridas leves y tenía parte de la ropa desgarrada debido a las batallas. Según me contó Zack, se dirigía hacia un pueblo donde había un amigo suyo.

Caminamos siguiendo a aquel Zack de diecinueve años mientras Zack y yo íbamos hablando. Más bien estaba intentando sonsacarle quien era ese amigo con el que se iba a encontrar y si yo le conocía, sin embargo él no soltaba prenda.

Poco a poco llegamos hasta un pueblo bastante rural que parecía estar muy alejado de la ciudad. Cuando llegamos a la entrada del pueblo un par de soldados estaban montando guardia, y al ver a Zack, uno de ellos se acercó corriendo hacia él.

-¿Es ese?- Le pregunté. Zack asintió con la cabeza. El soldado se quitó el casco y la cabeza de un Erik mucho más joven apareció tras él. No pude evitar el quedarme boquiabierta; sabía que ellos dos eran casi como hermanos, pero no podía llegar a imaginarme que el origen de su amistad se remontara tanto tiempo atrás.

Erik le pasó uno de sus brazos por los hombros y le ayudó a llegar hasta una pequeña casa a la que nosotros entramos también. Vimos cómo Erik ayudaba a Zack a sentarse en una silla y acto seguido iba a por el botiquín para curar sus heridas.

-¿Qué es lo que ha pasado General? ¿Por qué está así y no le acompaña ningún otro soldado? ¿Acaso ha habido una batalla importante cerca y no nos habéis avisado?- Erik  parecía realmente preocupado.

-No hay necesidad de que me llames más así…- Dijo Zack  seriamente. Erik se sentó frente a él y  escuchó con atención todo lo que había ocurrido mientras poco a poco su expresión iba cambiando al mismo tiempo que la mía mientras escuchaba todo.

Cuando Zack terminó de relatar su historia Erik estaba escondiéndose la cara entre las manos y parecía agotado. Ambos estuvieron un buen rato en silencio. Miré a Zack buscando una mínima expresión que me dijera cómo se encontraba interiormente. Él no se giró a mirarme, pero al notar mi preocupación me dijo:

-Estoy bien, siempre es doloroso recordar las cosas que preferirías dejar atrás. Pero el momento en el que me encontré con Erik fue el único en el que me sentí más o menos calmado. De alguna forma, sabía que podía confiar en él.

-Yo…- Comenzó a decir de repente Erik.- … Siempre supe que Echelion estaba detrás de algo gordo, algo que hacía a la empresa terriblemente poderosa y peligrosa. Yo provengo de Linde, el país de revolucionarios, hace unos años tuve que soportar la muerte de casi toda mi familia  por manos de Echelion. Tras mucho tiempo queriendo vengarme o al menos zanjar las cosas decidieron que me infiltrara en la empresa y descubriera todo lo que pudiera sobre todo lo que hubiera. Debido a mis habilidades en la lucha pude infiltrarme dentro del departamento militar y llevo allí unos dos años. Cuando te conocí, reconozco que al principio tenía miedo de que me descubrieras y me mataras tú mismo, pero luego descubrí que de los cientos de personas que había en la empresa, probablemente tú fueras el único en el que pudiera confiar. Si no me he atrevido a confesarte antes que era un espía era por las circunstancias de la misión en la que estabas y porque no quería meterte en ningún problema.

Vi como el otro Zack miraba a Erik en silencio y luego esbozaba una sonrisa.

-Ya lo sabía.- Erik se le quedó mirando estupefacto, sin saber qué decir.- Me enteré poco después de que descubriera que una secta oscura era quien dirigía en realidad la empresa…

Una explosión sacudió de repente la casa en la que estaban. Al parecer los soldados que estaban persiguiendo a Zack habían llegado hasta aquel pueblo. Me entraron ganas de salir y plantarles cara, pero todo esto no era más que una dolorosa ilusión.

Zack y Erik salieron corriendo de la casa y ambos se enfrentaron a los soldados que habían venido a por Zack. Cuando consiguieron despejarse un poco el camino ambos empezaron a huir a cualquier otro lugar apartado de los soldados de Echelion, aunque eso era al parecer un lugar idílico pues parecía que cuanto más avanzaban más enemigos les salían al paso. De repente vi como uno de los enemigos hería a Erik en un hombro. Zack intentó ir a ayudarle, pero un gran grupo de soldados le rodearon. En ese momento no pude seguir mirando, me di la vuelta con las manos en los oídos intentando no escuchar todos aquellos disparos, gritos y sonido de espadas chocando. Zack me abrazó, intentando protegerme de todo eso a pesar de que lo más probable es que él lo estuviera pasando peor que yo, indudablemente mucho peor.

Un último disparo volvió a sonar antes de que la escena cambiara de nuevo y todo se volviera silencioso a excepción del ruido de las hojas al moverse por el viento. Al parecer estábamos en un parque.

-¿Estás bien? – Me preguntó aun abrazándome. No pude evitar el sentirme como una estúpida egoísta.

-Sí, yo… lo siento… debe haber sido mucho más duro para ti.- Zack desvió la mirada y suspiró. Decidí no decirle nada aún y me puse a observar el paisaje. Estábamos en un parque rodeado de árboles y lleno de hierba y flores por todas partes. A lo lejos divisé una ciudad llena de luces de colores y de la que provenía mucho alboroto, casi con toda seguridad que era una feria.

-¿Quieres que vayamos?- Me preguntó él divertido fingiendo que nada de lo anterior había ocurrido. Yo odiaba ese tipo de lugares y sobre todo teniendo en cuenta que estábamos en una visión de nuestro pasado. Sin embargo, él parecía haberse olvidado de ello durante unos instantes así que, a modo de compensación por lo de antes, decidí hacer el esfuerzo de ir.

Zack me obligó a ir corriendo hasta la entrada donde cientos de personas caminaban, hablaban, gritaban, bailaban, comían… en definitiva, se lo pasaban bien. Sin embargo yo no podía hacer eso. Estaba segura de que este sitio tenía relación conmigo, entre otras cosas porque se veía a la perfección que todos ellos eran naturianos, y por otra… tenía la sensación de que esa feria me iba a hacer pasarlo mal.

-Parece que no todo es malo, ¿verdad?- Dijo observando con detenimiento unos puestos de agromaria caramelizada.

-Sí, claro…- Le dije intentando esbozar una sonrisa que pareciera sincera. Caminamos a lo largo de toda la feria, bailamos al ritmo de la música, nos reímos… hasta que la sonrisa se me borró de repente de la cara.

-¿Clara que te…?

-No puede ser verdad… ¡No puede ser ESE día!

-Clara ¿¡qué pasa?! – Me preguntó confundido. Únicamente le señalé con el dedo a mi yo de unos ocho años acompañada de mis padres, Aarón y la pequeña Kristal en un cochecito.

-¡Vaya, la familia al completo!

La nostalgia me invadió al ver de nuevo a toda mi familia, tanto a mi hermano Aarón como a mis padres, a los que no veía desde que empezó mi viaje, así como a Kristal tan pequeñita y adorable. Sin embargo no pude quitarme el nudo que se me había formado en el estómago respecto a lo que me estaba temiendo que iba a pasar.

Zack me seguía mirando confuso, preguntándose qué era lo que pasaría a continuación que me tenía tan inquieta.

Todo parecía normal, simplemente estábamos paseando por la feria viendo los distintos puestos, las atracciones… Vimos cómo Aarón me compraba un helado de chocolate y me manchaba la punta de la nariz con él. No pude evitar que se me escapara una sonrisa, sin embargo rápidamente se borró al ver de nuevo como al pasar al lado de una de las atracciones de la feria, ésta se empezaba a desplomar sobre nosotros. Mi hermano me apartó de un empujón salvándome así la vida mientras él quedaba sepultado entre metales. Me quedé como petrificada en el suelo mirando la escena con horror mientras mi padre y otras cuantas personas empezaban a  retirar los escombros. Escuché como mi madre me preguntaba si estaba bien y acto seguido me pidió que me quedara cuidando de Kristal, pero yo seguía traumatizada por lo que acababa de pasar.

Desde mi nuevo punto de vista me sentí impotente al no poder siquiera ayudar a salir a mi hermano. Por fin mi otro yo reaccionó y dejando a mi madre con la palabra en la boca, salió corriendo a quitar escombros a toda velocidad con los ojos inundados en lágrimas, al igual que yo viéndolo todo desde lejos.

Gritaba llamando a mi hermano, rezando para que mis gritos le llegaran y de alguna milagrosa forma saliera intacto. Pero ese milagro que esperaba no llegó a producirse, aún estaba vivo, pero no le quedaba mucho tiempo pues sus órganos internos habían sido gravemente dañados y un gran hierro le había atravesado uno de sus hombros y una pierna impidiéndole moverse.

-¡¡Aarón!! ¡Aguanta hermano! ¡¡no te mueras por favor!- Mi padre intentaba alejarme de la escena, pero yo no quería, no quería abandonar a Aarón, el único que había estado conmigo siempre, que no me creía una loca, que aparte de mis padres me quería…

-¡Aarón, resiste hijo! ¡La ambulancia ya llega! – Le dijo mi padre agachándose junto a él. Mi hermano alzó una de sus manos y me acarició la mejilla con ternura.

-Vive Clara… no dejes que lo que la gente te diga te hiera. Eres una chica muy fuerte e inteligente, estoy seguro de que llegarás a hacer grandes cosas…-Aarón hablaba con dificultad, parecía que la vida se le iba escapando con cada palabra.

-¡¡Aarón eres médico! ¿¡Por qué no te curas?! ¡Si no puedes sólo dime lo que hay que hacer y yo te curaré! ¡Vive tú y enséñame a curar a las personas! ¡Eres el mejor médico del mundo, ¿verdad?! Por favor, no te mueras… no me dejes sola…

Mi corazón se estaba partiendo en pequeños pedazos que pensé que ya había conseguido coser.

Entonces, con una sonrisa en los labios, mi hermano murió delante de su familia. Mi madre me estrechó entre sus brazos llorando a más no poder mientras intentaba calmar a Kristal  y mi padre, al igual que nosotras, lloraba mientras sacaba el cuerpo inerte de su hijo.

Había perdido de repente todas mis fuerzas y ahora estaba sentada en el suelo. No pude seguir mirando por más tiempo aquellos recuerdos, al igual que no podía dejar de llorar. De repente Zack, que para mí había estado como ausente hasta ese momento, se agachó delante de mí y me estrechó entre sus brazos de nuevo para impedirme mirar de nuevo aquello, incluso me pareció percibir alguna lágrima suya. Nos abrazamos con fuerza, como intentando olvidarnos de todos esos recuerdos que habíamos tenido que rememorar. Cerramos fuertemente los ojos, yo aún lloraba y él intentaba no hacerlo.

De repente todo se volvió silencio y empecé a notar mi cuerpo flotar; habíamos regresado al templo del agua. Noté de pronto cómo Zack se desplomaba sobre mí. Vi  que el hechizo de la burbuja de aire estaba a punto de agotarse, por lo que rápidamente renové la burbuja para los dos y esperé pacientemente  a que Zack se recuperase.

-¿Mejor?- Le pregunté aún con la voz quebrada. Zack me dirigió una mirada de agradecimiento.

Ambos nos quedamos en silencio; Zack se sentó en uno de los escalones de subida al altar y yo mientras tanto, aproveché para coger el anillo del agua, el Nereida. Lo examiné detenidamente fijándome en cada uno de los brillantitos violetas que brillaban alegres sobre mi mano. Tranquilamente me quité el colgante donde se encontraban los otros dos anillos e introduje el nuevo antes de colocármelo de nuevo alrededor del cuello.

Me notaba los ojos hinchados de tanto llorar y, sinceramente, lo que menos me apetecía era dar explicaciones cuando saliéramos de la cueva. Me senté al lado de Zack.

-Supongo que deberíamos ir pensando en salir de la cueva, los demás deben estar preocupados…-Dije intentando sonreírle, sin embargo, él no correspondió a mi sonrisa como solía hacer.

-¿Quieres saber lo que ocurrió después de que tuviera que luchar contra todos esos soldados?- Me preguntó de repente. Yo me quedé en silencio esperando su historia.-Conseguí aguantar la lucha durante bastante tiempo a pesar de mis heridas, pero los soldados no cesaban de aparecer ni de atacar. Esas mismas personas a las que yo había dirigido y enseñado durante tanto tiempo, ahora intentaban matarme olvidándose por completo todo lo que habíamos pasado juntos, para ellos ya no era un compañero, era un enemigo más al que debían eliminar sin piedad alguna.

Había perdido de vista a Erik, pero era uno de los mejores luchadores que conocía, por lo que me aferré a la esperanza de que estaría bien mientras poco a poco me iban venciendo, hasta que finalmente, mis fuerzas se agotaron y no pude continuar luchando. Me abandonaron a mi suerte, medio muerto en mitad de la nada. Había perdido gran cantidad de sangre y sentía como poco a poco mi vida iba desapareciendo cuando de repente apareció frente a mí una especie de portal. No sabía a dónde llevaría, pero cualquier lugar me pareció mejor que ese. No tenía nada que perder pues moriría en cuestión de minutos, así que atravesé ese portal como buenamente pude y aparecí de repente en Naturia y totalmente recuperado de mis heridas. No sabía ni el cómo ni el por qué, simplemente estaba vivo. Aunque a un precio demasiado alto. Tuve que dejar atrás toda mi vida, mis seres queridos y sin querer acabé involucrando a Elianne, la chica a la que amaba. Cuando me encontré de nuevo con Erik y los demás en Naturia, me dijeron que Echelion había asesinado a Elianne para prevenir que, en caso de que supiera lago de la secta que regía a la empresa en secreto, pudiera contarlo. No pude soportarlo y estuve a punto de suicidarme, pero ellos consiguieron pararme los pies.- Dijo haciendo un gesto con la cabeza señalando fuera de la cueva.

-Parece que ambos hemos tenido un pasado bastante duro…- Dije con el corazón encogido y sin poder evitar que las lágrimas volvieran a salir de mis ojos. Me sentía idiota por no haber dejado de llorar desde que habíamos entrado en el templo. Zack me secó las lágrimas delicadamente con su mano.

-Sin embargo el pasado, pasado está ¿no es así?, no nos amarguemos por todo ello e intentemos vivir el presente de forma distinta y así tener un futuro más feliz.- Me quedé mirándole  mientras asimilaba sus palabras. Zack me impresionaba, era realmente fuerte.- Entonces ¿qué?, ¿nos vamos?- Me preguntó levantándose ágilmente y tendiéndome la mano para ayudarme a levantar.

Cuando salimos de la cueva, los demás nos regañaron un poco por tardones, pero tras una rápida disculpa y enseñarles el nuevo anillo, todos nos dirigimos rápidamente hacia la superficie.

Aparecimos bastante más lejos de lo que creía  que estaría Anochecer, pero al final dimos con él sin problemas. El sol ya se estaba poniendo cuando el último de nosotros subió al barco y apenas unos minutos después  la luna violeta de Aquarond, brillaba como una gran sonrisa en el cielo estrellado…

Todos estaban muy cansados, (incluido Lex, que por quedarse en el barco, le tocó vigilar y estar alerta ante cualquier cosa hasta que volviésemos) por lo que se acostaron rápidamente, sin embargo yo, a pesar de que lo intenté, tenía demasiadas cosas en las que pensar como para poder dormirme tranquilamente por lo que me marché a nuestro pequeño salón con intención de leer un libro y evadirme de todo lo que rondaba por mi cabeza en ese momento.

Me llevé una gran sorpresa al encontrarme allí a Zack mirando por la ventana con aire melancólico. Al oír que se abría la puerta se giró rápidamente y, si no me equivoco, también me pareció ver un deje de sorpresa en sus ojos de mar.

-Hola.- Le dije en voz baja mientras cerraba la puerta y a continuación me sentaba en un sillón.

-Veo que tú tampoco puedes dormir…- Me dijo. Esbocé una sonrisa amarga.- Clara… ¿puedo hacerte una pregunta?- asentí.-  ¿La gente… sigue rechazándote de esa forma todavía?- Suspiré.

– Hay cosas que, por más que te esfuerces en intentar cambiar, nunca lo harán… A pesar de nuestra naturaleza mágica, comparado con vosotros, a la gente de Naturia le cuesta muchísimo acostumbrase o siquiera reconocer que hay excepciones en las leyes  naturales de nuestro mundo, que ni la naturaleza ni la vida siguen una serie de reglas establecidas de antemano. En mi caso, todas las personas de mi generación, a excepción de unos pocos, han sido educados con la idea de que yo no soy normal y no deben acercarse a mí bajo ningún concepto, y claro, ellos les dirán lo mismo a sus hijos y la cadena seguirá hasta que mi existencia desaparezca por completo.

-Es una visión bastante pesimista…

-Pero es lo que me ha tocado vivir… Lo “gracioso” de todo esto es que luego, cuando mueren, me buscan a mí para que les ayude de alguna forma si no consiguen abandonar este mundo por su propia cuenta…

-Sinceramente, yo no les ayudaría. Les haría buscarse la “vida”, que ya han dado demasiado trabajo…- Esbocé una pequeña sonrisa.

-Estoy segura de que si te vieras en la situación les ayudarías sin dudarlo. Tú no eres como ellos…

-¿Ah, no? ¿Y cómo soy?- Me preguntó escéptico.

-Pues… por lo que me has dado a conocer sobre ti, eres una persona muy fuerte, carismático, alegre, simpático, optimista… un tanto bruto y metomentodo en ciertas ocasiones y una magnífica persona que nuca dejaría tirado a un amigo o a alguien que necesitara tu ayuda.- Zack me sonrió alegremente.

-Gracias, supongo que necesitaba escuchar algo bueno hoy, y viniendo de ti seguro que es cierto.- Me dijo al oído mientras me daba un beso en la mejilla  y se marchaba a su camarote. Suspiré, “¿y yo qué, eh? ¿Qué pasa conmigo ahora?” pensé. Ahora tenía la cabeza hecha de nuevo un verdadero lío. No solo no paraba de pensar en todas las visiones que habíamos tenido durante el día, sino que, además, ahora estaba cada vez más confusa con mis sentimientos hacia Zack.

Estas visiones de su pasado me habían ayudado a entenderle mejor; el ver por lo que había pasado, lo que había sufrido… y de la misma forma él también había llegado a conocer una parte de mí que no mostraba a la gente. Sentía que gracias a esto ahora estábamos más unidos, indudablemente… No sabía si sería cosa del destino, pero a  partir de ese momento, empecé a verle con otros ojos.

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